Hoy es el día del libro pero no es motivo para no escribir sobre una de las etiquetas que tengo algo abandonadas en la web. ¡Exacto! La salud es muy importante, así que nos toca hablar sobre el Reiki.
¿Pero qué es eso del Reiki?…
Mucha gente piensa que el Reiki puede compararse con la magia, quizás porque al igual que la misma, procura beneficiarse de las fuerzas ocultas de la naturaleza con el propósito de lograr unos efectos placenteros, sin embargo, nada tiene que ver pues se trata de manipular nuestro aura, es decir, la manipulación de nuestra energía a través de la imposición de las manos.
El origen del Reiki es una práctica milenaria procedente del lejano Oriente (Japón) que fue re-descubierta a principios del siglo pasado por un monje llamado Mikao Usui, donde se descubrió que en el pasado se usaban las manos como canales que ponían en contacto la energía cósmica con la terrenal, por eso, la palabra «Reiki» en sánscrito significa «Energía Vital Universal«.
¿En qué consiste el Reiki?…
Se basa en canalizar la energía del cosmos a través de las manos siguiendo los principios de otras terapias como la acupuntura, la reflexología o el shiatsu: la teoría de los campos energéticos corporales.
Según la concepción de la medicina oriental por nuestro cuerpo recorren diferentes campos energéticos que pueden equilibrarse a través de las manos consiguiendo que la energía que se haya quedado estancada en alguno de estos puntos se desbloquee y pueda circular con normalidad. Según esta concepción, cuando sentimos dolencias tanto físicas como emocionales es porque alguno de estos canales están bloqueados energéticamente.
El Reiki parte de la creencia de que cualquier enfermedad (mental, emocional o física) aparece cuando uno de estos campos energéticos están bloqueados y, por tanto, mediante el uso de la energía a través de las manos se consigue desbloquearlo y permitir que todo vuelva a su cauce. Así, los campos que pueden tratarse por la terapia del Reiki son los siguientes:
- Físico: dolores musculares, de articulaciones, de huesos, etc., pueden tratarse con esta terapia.
- Emocional: cuando pasamos un bache emocional que nos produzca miedo, ira, malestar, tristeza, entre otros, podemos tratarlo con el Reiki.
- Mental: alteraciones como el insomnio, el estrés, etc., pueden también tratarse con esta terapia.
Asimismo los maestros de Reiki creen que la base de esta forma de curación es el amor. Del mismo modo que alrededor de cada uno de nosotros existe un campo energético que llamamos «aura«, el universo también posee un aura de varias capas, una de las cuales recibe el nombre de amor universal incondicional. Por eso el Reiki puede ser identificado con el amor absoluto que emana de la divinidad.
Con el Reiki no es preciso manipular la energía ni concentrarse en ella. Tampoco consiste en eliminar la que posee el receptor o aportarle la propia energía. Se trata únicamente de dejar que esa fuerza actúe a través de nosotros, convertidos en canales de su poder curativo, para que el ki vital o personal y el rei cósmico alcancen la armonía. No es el practicante de Reiki quien se cura a sí mismo o cura a los demás, todo lo que hace la energía universal que fluye a través de él. La misión del terapeuta cosiste en procurar ser un camino lo más despejado posible evitando el protagonismo.
Para que el Reiki actúe basta con dejarle fluir. De hecho, tratar de orientarlo hacia un lugar determinado o de modificar mentalmente sus efectos puede ser un error. Los maestros aseguran que el Reiki es sabio y se dirige allá donde es necesario. Si faltan el equilibrio y la armonia en un área determinada, el Reiki lo detecta y obra en consecuencia. Por eso se dice que el Reiki da lo que necesita, no lo que se le pide. Muchas personas que se han beneficiado de él cuentan que el Reiki apareció en sus vidas justamente cuando era preciso, ni antes ni después, aunque eso lo han comprendido más tarde.
Hay una luz que brilla más allá de cuanto cubre la tierra.Más allá de nosotros, más allá de los altos cielos.Es la luz que brilla en nuestro corazón «. Chandogya Upanishad.